El día que la familia Problema tuvo un nuevo integrante, el doctor no supo bien cómo decirlo:
– ¡Sra. y Sr. Problema!… Eeeeh, aquí tienen un Problema! Digo, aquí tienen a su hijo. ¡Otro Problema!… digo, ¡otro niño!
– ¡Otro Problema! ¡Qué felices que somos! Lo llamaremos José Problema.
Era el segundo hijo de la familia Problema y estaban más felices que nunca. La que no estaba muy feliz era la señorita del jardín:
– ¡No puede ser! ¡Todos los años un Problema! ¡Me van a volver loca!
Y es que de los hermanos Problema, el mayor, que se llamaba Julián, era el más tremendo, pero José no se quedaba atrás.
Cuando José empezó la primaria… Ahí sí que tuvo problemas. Si en la clase la señorita decía “Escriban este problema!” todos los chicos de la clase lo miraban a José y le escribían en la cara, en el guardapolvo, en la mochila, ¡en todos lados! Y se armaba un lío tremendo. José se mataba de risa, porque le hacían muchas cosquillas.
Todos los días su mamá lo acompañaba al colegio y cuando se despedían le decía: “qué grande que está este Problema! Te quiero mucho mucho” Pero si alguno tenía un problema, la familia Problema se unía para resolverlo.
– ¡Los Problema se unen frente a los problemas!
Y juntos salían adelante. Julián y José sabían que podían confiar en mamá, en papá y en la seño del colegio si algo les preocupaba o molestaba. No hay problema que no pueda solucionarse.
Así eran los días de los cuatro integrantes de esta familia; mamá, papá, Julián y José… ¿Cuatro dije? ¡Cinco! Otro problema en camino! Pero… ¿Alguien vio a la señorita del jardín?? ¡Parece que se fue de vacaciones!
Fin.