Se despierta.
– Bueno hoy es un nuevo día, te toca hacer una entrevista muy importante, Robert, a tus 30 ya eres un reconocido periodista, aunque parece que ésta va a ser algo fuerte.
Esperanzado.
– Bueno, pero no hay que perder las esperanzas ni las fuerzas. Hoy es un gran día.
Se viste.
– Pero esas preguntas son muy personales, hay cosas muy privadas, pero al mismo tiempo no quiero perder el trabajo.
Suspira profundo.
– Que sea lo que Dios quiera, no quiero perder mi valioso trabajo y a esta edad ya me acostumbré a este tipo de cosas.
Sube al auto y maneja.
Un nuevo día una nueva experiencia… Qué ansias de conocer al cacique, hacerle preguntas y que me cuente sus anécdotas y experiencias.
Llega a la aldea y baja del auto
– ¡¿Hola?! Soy Robert, el periodista, que habló con usted para hacer hoy la entrevista.
Ve salir a un hombre con un estilo de coroza con plumas
– ¿U-usted es el Cacique?
– Si, soy yo –dice–. Entra y si quieres empezamos ya mismo.
Respira profundo y se relaja.
– Bueno empecemos: ¿Usted a qué edad se hizo Cacique? ¿Y cómo es el tema de convertirse en uno? ¿Tiene algún ritual o algo parecido? Obvio, sin ofender, y no es obligación que me responda.
– Sucedió a los 20, al hacer un tratado de paz con otra aldea. En mi caso tuve que casarme con la hija del Cacique, que como ya te dije es -o era- de la otra aldea.
Sorprendido.
– Guau, interesante y ¿cómo es el trabajo de un Cacique?
– El trabajo de un Cacique es mantener todo en orden tanto dentro de la aldea como fuera, para que esté lo más tranquilo posible.
“Y así paso el tiempo y las horas hasta que llegó el final de la entrevista. Yo ahora vuelvo a mi casa lleno de nuevos conocimientos y feliz por conocer a un gran hombre luchador y valiente por su gente.”
Entusiasmado
– Robert hiciste un gran trabajo hoy.
Se pone el pijama y se va a dormir.
Mañana será otro gran día Robert.