Uno de nosotros - Parte III

Por Ariel Gerardo Ríos / 2020-03-15 01:32:00 -0300 Arte de artstation.com/sergey_vasnev ficción terror

Esta historia empieza por acá:


Un día más de camino, otra noche llegó como todas las demás. El niño había escuchado su cuento y dormía; el viejo trataba de vigilar y no cabecear, pero ya no tenía fuerzas para eso. Hacía fuerza para mantener los ojos abiertos, apoyado sobre el tronco de otro árbol retorcido. Todas las noches buscaban refugio bajo las ramas y la rutina, a estas horas de la noche, daba la impresión de que el mundo era una rueda que giraba y se detenía en el mismo lugar. El crepitar del fuego y la luz blanquecina absorbían su atención y las energías que usaba para estar despierto. Lo hacían recordar. La luz fue apagando los demás sentidos y lo encandilaba, se hacía más brillante, igual que el día que ardió la iglesia y sintió el calor, las ansias de correr. Se vió corriendo otra vez, escapando de los hombres que se volvieron monstruos cuando el mundo los rechazó. Había ojos inyectados de sangre buscando a las gentes de antes, golpeando, masticando y destruyendo la carne que les pertenecía. El pecho le ardía del esfuerzo y pensaba que se le iba a partir en dos pero no pensaba era en parar; él sólo escapaba en cualquier dirección mirando el cielo, cada vez más gris por las nubes malas que se movían deprisa. Aún se filtraba el Sol entre los manchones celestes.

Se escondió junto a otros detrás de un auto que había ardido y junto a él lloraba a gritos un hombre jóven… un muchacho, que conocía pero no recordaba el nombre; era inteligente, sabía cosas.

– ¡Es el Infierno! ¡Las puertas del Infierno se abrieron! ¡Y están en el cielo! ¡Dios no está en el cielo sino los demonios!

– ¡Callate! ¡Silencio! O vendrán por nosotros… ¿Qué es lo que estás diciendo?

– ¡El nitrógeno! ¡Viene del cielo! ¡No fueron las fábricas que estallaron, sino Hades que viene a reclamar lo que le pertenece! ¡MATARON A SU DIOS, PADRE!

El muchacho corrió despavorido por sus propias palabras, gritaba incoherencias. El viejo fue atrás de él sin saber bien qué hacer pero un grupo de hombres se le arrojaron encima desde arriba de las techos y sus huesos crujieron al recibir el impacto; el hombre nunca dejó de gritar con la mirada perdida mientras las garras le destrozaban la piel y la sangre manchaba las paredes. El viejo se cayó al piso de espaldas al ver el ataque, incapaz de hacer algo por sí mismo.

Fue entonces que lo vió. Pensó que estaba muerto. Había muerto. Lo vio morirse hacía unos minutos. Pero ahí estaba, poniéndose de pié lentamente y buscando un sonido, el de su respiración, entre el barullo de la faena. La sangre que había brotado de sus ojos estaba seca y llegaba hasta el mentón. Se giró y lo miró furioso, mostrando los dientes partidos. Abrió la boca y gritó, le gritó, y se dirigió a la carrera hacia el viejo para continuar con la caza. El viejo veía al ser corriendo a donde estaba él sin poder moverse… ¿qué hacer? ¿Y si de verdad era el infierno en la Tierra? Las garras afiladas estaban listas para dar el golpe y sus pensamientos corrían erráticos dentro de su cabeza, buscando escapar. Cerró los ojos con miedo para recibirlo, aunque nada pasó. Abrió lo ojos nuevamente y estaba inmóvil, de pié a sus pies, y un murmullo salió de la boca ennegrecida:

¿Quién es?… ¿Hola?

CONTINÚA en Parte IV.