Mi perro… Cuántas veces el perro lo hizo cuando era chico. Me comía la tarea y nadie me creía, diciendo que era la clásica excusa de un chico del colegio. Cuando era un adolescente ese maldito perro me mordía, de una manera u otra, haciendo una marca de cuchillo cortando una de mis venas con su mirada psicópata con su pata en el rostro relamiéndose los labios, limpiando mi sangre de su boca. Corrí y lloré mostrando mi herida; acto seguido tuve la conversación más desagradable de mi vida, hablando de que no me tenía que CORTAR LAS VENAS por problemas personales… Y no me creían. ¿Por quién me tomaban? ¿Un masoquista loco?
– Señor, su declaración.
– ¿Qué creen que estoy haciendo?
– Evitando llegar al punto de por qué mato a su hermanita.
– El perro lo hizo. Y me sonrió.
FIN.