Vas en tu coche por la carretera rural que lleva a tu casa en el campo y de repente tienes como una corazonada de que debes ir a algún sitio. No sabes bien dónde pero algo te dice que vayas.
Las voces de las hadas se oyen en los corazones de los hombres. En el sitio de donde vengo, pero hace mucho tiempo, cuando las hadas pedían ayuda los hombres sabían adónde ir.
A menudo los hombres van a socorrer a las hadas porque quieren compartir sus enormes tesoros. Las hadas custodian montañas de oro, plata y piedras preciosas. Pueden otorgar el poder y la fama como pago a la ayuda de los hombres o pueden desprenderlos de ellos. Muy poderosas, las hadas.
Los gnomos también son custodios de grandísimos tesoros, pero sus voces no se oyen en el corazón de los hombres, y a menudo son avaros.
Los hombres también pueden oír las voces de las sirenas, que son una especie de hadas marinas. No confundir con las hadas madrinas, que son muy buenas y tienen un gusto exquisito a la hora de fabricar vestidos y zapatos de la nada. Las sirenas no son tan benevolentes. Bueno, no es que no sean buenas en sí, sino que sus maridos, los sirenos, son muy celosos, y parecen disfrutar extraviando marineros. A veces hasta los hacen naufragar. Lo que casi nadie sabe es que muchos de esos marineros siguen viviendo bajo el agua, en reservas humanas que las sirenas crean para ellos. Muy poderosa, la magia de las sirenas.
Claro, si no, no sobrevivirían bajo el agua durante años. La última vez que yo intenté contener la respiración bajo el agua durante un año lo pasé muy mal y no aguanté tanto.
Cómo sé yo estas cosas sobre las sirenas, te preguntarás? Pues porque yo aún escucho a mi corazón, y me lo han contado las hadas. Yo no vivo junto al mar, así que de otro modo no sabría nada sobre sirenas.
Pero yo estoy aquí para hablar de hadas. Grandes tesoros, los de las hadas. Sobre todo los de las hadas buenas. Las hadas malas también tienen tesoros, pero menores, porque las hadas buenas dan mucho. Comparten una gran parte de sus tesoros, que por supuesto es la manera de hacer crecer sus cofres.
Los reyes de países lejanos de los cuentos de las hadas y los hombres ricos y poderosos en general contribuyen con mucha de su riqueza a las arcas de las hadas. Saben que igual que las hadas piden ayuda, también estarán ahí para ellos si las necesitan. Pero para eso tienen que haber contribuido con algo. De ese modo los tesoros de las hadas nunca se agotan. Los de las hadas buenas, sobre todo.
Sabes cómo descubrió Terry Herbert el más importante tesoro anglosajón hasta la fecha con su detector de metales? Porque oyó en su corazón la voz de un hada buena. Y sintió eso que hace que vayas a un sitio sin saber adónde.
Sabes qué pasa? Que las hadas, buenas o malas, son muy caprichosas. Les gusta jugar con las personas. Ahí dos hadas apostaron a un juego y gracias a Dios ganó la buena. La mala estaba de hecho esperando que Terry diera un paso en falso para hacer que se extraviara. Es que es muy poderosa, la magia de las hadas. De las hadas buenas y de las hadas malas, ojo.
Así es como se da a muchas personas por desaparecidas. Porque en sus corazones oyen las voces de hadas malas. Creo que es por eso que los hombres dejaron de oír las voces de las hadas. De las buenas y de las malas. Era demasiado riesgo. Dejaron de escuchar hasta que dejaron de oír.
Durante milenios ha habido quien ha encontrado grandes fortunas y quien ha desaparecido buscándolas. Unos logran gran fama y poder, y otros se pierden en los laberintos de las hadas malas, que no tienen tanta riqueza, pero tienen trampas y mazmorras.
Es que se pueden oír las voces de mucha gente, en el corazón de los hombres. Las de las hadas, por ejemplo. Las de las sirenas se oyen también con el corazón, pero uno siente como si las oyera con las orejas. Es que es muy poderosa, la magia de las sirenas.
Sabes a quién más oyen los corazones de los humanos? A los demonios. Son esas voces que a veces te dan mucho miedo. Otras te hacen sentir sin esperanza y otras te ponen de muy mal humor. Muy malos, los demonios. Mucho más que las hadas malas. Y muy poderosa, la magia de los demonios, mucho más que la de las sirenas. Más tacaños que los gnomos, los demonios. Ésos no sueltan ni una pieza de oro, sólo cosas malas. Y se comen todo lo que se pone en su camino, almas incluidas. Muy voraces, los demonios, dan mucho miedo.
Pero yo estoy aquí para hablar de hadas. De una en concreto, que no era precisamente muy mala del todo, pero era muy egoísta. A este hada le daban mucho miedo las arañas. Eso ya debería ponernos sobre aviso de la naturaleza de este hada, porque las hadas buenas nunca temen ni juzgan a ninguna otra criatura de la naturaleza.
Como las hadas son más bien pequeñitas, cuando este hada egoísta se topaba con una araña grande le entraba el pánico y pedía la ayuda de los humanos mortales. Y los hombres mortales, que son a menudo avariciosos, iban corriendo en su ayuda, porque oían su voz en el corazón y sabían exactamente adónde ir, aunque no lo supieran. Así quedaban los héroes, uno a uno, decepcionados por la falta de gratitud de la damisela en apuros, que era más agarrada que un gnomo.
Y así, uno a uno, los hombres comenzaron a hacer caso omiso de la voz del hada egoísta, que pedía ayuda cuando se encontraba con arañas.
Las voces de los demonios también se oyen desde los corazones de los hombres. Son unas voces que dan mucho miedo. Y una tarde el hada egoísta pidió ayuda. Nadie fue. Y el corazón de los hombres se estremeció al oír:
“Mmmmm… Las hadas egoístas tienen buen sabor.”