Uno de nosotros - Parte V

Por Ariel Gerardo Ríos / 2020-05-25 23:11:00 -0300 Arte de artstation.com/sergey_vasnev ficción terror

Esta historia empieza por acá:


– Hombre, sólo quiero calentarme un poco los dedos.

El viejo seguía sin decir nada, con la mano en el hombro del niño.

– Una hora. Luego seguirás tu camino.

– Oh, qué amoroso…

Se sentó frente al fuego y estiró los brazos sobre el calor. El niño y el viejo seguían de pié mirándolo. Luego de un par de minutos decidió que podían hacer lo mismo.

“Imbécil. Te quedaste dormido, idiota.” pensaba el viejo sin pausa. Los ojos fijos se encontraban todo el tiempo con los del hombre.

– ¿Vas al fuerte también? –dijo el niño.

– ¿Qué fuerte? No hay nada más allá del Paso del Cuerno. El que le haya dicho que hay algo allá, les mintió.

– ¿Y tú cómo lo sabes? –preguntó el viejo.

– Vengo de allá.

– Creí que venías detrás de nosotros.

– Jjjjaja… Qué observador. ¿Viste mi fuego, verdad? Puede ser que venga tras ustedes. Soy un hábil cazador.

El viejo tomó la mano del niño y tiró de él para alejarlo del hombre.

– Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombr-

– Jjjjajj… Son palabras vacías, Padre, sin sentido. Estamos en el Infierno ahora ¿no lo sabías?

– ¡CORRE!

El hombre se levantó lento y con esfuerzo. El fuego fulguró más fuerte, con llamas más altas. El rostro se manchaba de sangre que le bajaba por las heridas de la frente.

Corrieron fuera del arco de luz hasta la sombra de un tronco. La respiración pesada del hombre hacía ecos.

– ¡¿Qué quiere?!

– ¡Cállate! Se lo que hay que hacer.

El hombre abrió los brazos y alzó el rostro hacia lo alto de las llamas que se movían frente a él. Su cuerpo estiraba sus extremidades haciendo estallar la piel que se rompía. La nieve alrededor era completamente oscura. Junto al crepitar de las llamas se elevaba también una grito tan profundo que paralizaba los corazones de otras bestias que esperaban su turno para atacar.

La bestia caminó libre de sus ataduras, oliendo, buscando la carne del niño.

– Pude olerlos desde muy lejos, ¿sabes? Mi Señor fue claro cuando me dijo lo que quería. Ahhh… Me excita tanto. Tenemos muchos planes para tí. Ya quedan pocas almas como las tuyas. Tú y la otra niña… Pocos más.

Detrás de la sombra proyectada por su cuerpo deforme, el cuello estirado y la lengua reventada saliendo de su boca, el demonio veía movimiento. El olor también lo guiaba hasta allí. Se acercó a su presa indefensa; las plegarias del viejo ya no tenían efecto en este mundo.

– ¡Nooo!

No vio lo que esperaba. El cuchillo bajaba y subía en la mano del niño, sin encontrar resistencia en la carne del viejo.

– Ya tengo sangre en mis manos, maldito. Ya soy uno de ustedes.

El cuerpo del viejo se enfriaba mientras la sangre salía de las heridas hechas por el niño. El demonio miraba las gotas caer de la punta del cuchillo durante varios momentos.

– Nos volveremos a encontrar, niño. Mi Señor siempre tendrá un lugar para tí.


A lo lejos, en el camino, el niño deja sus huellas en solitario. Nunca estuvo seguro de que realmente hubiesen gente de antes en alguna parte, pero el demonio dijo que sí. Sólo queda que, para vivir, no tenga que perder más de su alma en el camino.

Atrás, queda una tumba precaria de tierra y piedras, con un dibujo de Sol y estrellas.

FIN.